miércoles, 27 de junio de 2012

Jordi Soler "Los rojos de Ultramar"

Que gusto leerle. Había perdido un poco la Fe en cierta lietaratura, en ciertos narradores que se prodigan por acá por las Españas y he ahí que encuentro uno que siento que no ofende mi materia gris. Me cultiva, me dice No todo es así pero podría ser así pero también de otro modo. Y sabe llevar. Y sabe mezclar con buenas dósis Crónica-Ficción-Historia. "Los rojos de Ultramar". Que bien!


U. R. Olivero

miércoles, 20 de junio de 2012

De buceadores y buceos

                                                                     Para una lectora de Sándor Márari (y lo que surja)


¿Me maltratas la bibalva? Sucio, perro, cochino,
¿Y eso? ¿Pero no eres divino? Yo creía...
Me envía ella esas cartas de su boquita propia
Y yo un poco en la inopia cuando buceo en su entrepierna

Muslos sabrosos y calientes, sin patente
para engañar la nave ni al corsario
Ni al bronce, ni Rosario, Ni Ché ni vainas
Que cuando la trigueña desenvaina la lengua

Y dice con los labios todo eso que dice
por fuerza te quedan cicatrices
y temes hasta ducharte pa no errar el aroma

Roma no es Roma, ni la Storni lo sabe
que coma mi cazabe me gusta, me eterniza
¿y de jarabe para recuperar? la huidiza y riquita cucharita


                                                                                                        Ubaldo R. Olivero

jueves, 14 de junio de 2012

El sueño, que no el viaje

La sociedad del espectáculo de Mario Vargas Llosa. Un excelente ensayo con esa maestría propia del creador de La ciudad y los perros. Ahí dice verdades a millares. Fino en las expociciones que hace, artero en sugerir más que decir, y alejándose siempre de hacer una guía que paternalice, antes se detiene y señala lo que hay que señalar, aunque muchas veces uno hecha de menos que no solo se mencione el milagro (eso está bien) sino también que se mencione al santo que lo provocó. Que se lea. Que se discuta. Como buen ensayista el autor de La casa verde me merece mucho respecto cuando no se mete en asuntos políticos. Que siga en la literatura. Y que corrijan de una vez ese fallo (es insustancial, lo sabemos, pero de no deja de ser un error un poquito grave ¿tantas prisas llevan en Alfaguara tratándose del reciente Nobel?) de llamar en los libros de bolsillos, en la información interior donde salen sus títulos y demás, de llamar digo a El sueño del celta, El viaje del celta. Es El sueño del celta coño, que lo corrijan eso. Que hay ahí en esa maravillosa novela más de un sueño y más de un viaje nadie lo niega, pero el título es el que es, y no hay más que discutir.


Ubaldo R. Olivero

viernes, 1 de junio de 2012

Mañana y siempre

Le dije que paciencia. Porque hay que tenerla y porque nada por mucho que uno desee que llegue ya!, por mucha intensidad que uno le ponga, llega si no ha de llegar, si no toca, pues sabemos que no es camino de un día ni de un mes ni de un año. Es camino de todos los días y de siempre, camino de toda la vida, como el agua que discurre así de tan permanente en su movimiento, tan silenciosa e inabarcable en su interminable trabajo por horadar y fluir, tal era la prosa de mi admirado Torrente Ballester y otras prosodias de aquellos lares galleguiles, así que le dije que paciencia, porque hay que tenerla, y si no pasa nada, pues no pasa nada, pero siempre algo pasa, algo se mueve, algo se altera y saca las uñas y araña, como el gato cuando se le provoca (ahí está la bella Lola), y aunque no se le provoque las saca igual, solo hay que mirar atentamente la manera que tienen esos sabios animalitos de mirarnos y engrandecernos con sus pasos y sus felinos gestos, ya sea con el cuerpo, ya se con los ojos. Ahora he leído un libro de Charles Bukowski, que grande el borrachín, con sus dardos contra todo lo que le parecía demasiado obediente y rutinariamente ancapsulado, muerto, sin vida. Shakespeare nunca lo hizo, así se llama el libro. Se editó hace años en Anagrama pero ahora vuelve en Colección Compactos. Ahí queda. Y las fotos están muy bien. Abundan perlas de este tamaño, eso es para que se hagan una idea de lo que pasaba por la cabecita de ese genio de los bajos fondos no tan loco pero que algunos y algunas creían que lo estaba. "Desde luego, con los artistas es diferente: el artista deja tras de sí un pequeño perfume que algunos llaman inmortalidad, por supuesto, cuanto mejor es lo que hace más grande es el hedor que deja tras de sí: en color, en sonido, en letra impresa, en piedra y en otras formas. Pero esta inmortalidad es sólo un defecto de la vida: la gente se cuelga en el hedor, lo adoran. Esto no es un defecto del artista. El artista sabe que no pertenece a la inmortalidad más de lo que pertenece a la vida: Solo un intento, y basta, dejemos que el siguiente pruebe suerte". Traducen este libro (cuya primera edición data de junio de 1999, ha llovido algo pues sí) Laura Sanjuán y Jordi de Miguel. Y yo estoy contento de haber descubierto esta maravilla hace nada, hace poquito. Ya lo leí y comulgo con las ideas que defiende el hombre y el artista. Seamos pacientes, si algún pez a de picar cuando lanzamos el anzuelo, por mucho que que venga el agua revuelta, si el pez ha de dejarse tentar por el cebo, no hay corriente que lo detenga por turbia o impetuosa que venga. Recordemos: No es el artista. El arte no es su causa, es su motivo, su cauce para sentir que respira, su resistencia e insistencia para vivir y sentir que vive. Y los que quieran maniobrar en esa ceguera, pues allá ellos. No es asunto nuestro trabajarles la visión, para eso ya está la semilla venga como venga, como dice el artista, en color, en sonido, en otras formas.


Ubaldo R. Olivero