viernes, 7 de septiembre de 2012

Mohamed Chukri, clarividente

El bueno de Mohamed Chukri. Limpio en su prosa, natural en el trazo para conocer los movimientos, las dudas, el relieve que ahonda más allá de un escritor como Jean Genet, hábil en sigzaguear de una información que ya posee a otra que viene en camino pero sin presionar para que llegue, así, como el que no quiere nada y tampoco cree merecerlo todo pero ahí está, al acecho, por si algo cae y se tercia contarlo. La verdad que impresiona la vida de este muchacho, de Mohamed. Me he leído hace poquito Jean Genet en Tánger, con un prólogo de otro santo de aquellas santidades de los sesenta, William Burroughs. El librito va de noviembre del 68 a febrero del 70, y sin saber nada o poco del autor de Diario de un ladrón uno termina por conocer un poco al hombre y artista Jean Genet que tenía la mala fama que tenía, que no era muy muy buena pero bien que supo pasar al otro lado de la eternidad con sublime descaro y no poco talento.
La escritura de Mohamed Chukri es una escritura leal a lo que quiere decir, y llega porque se detiene muy cerca del corazón y no lo violenta si no lo cree necesario (para eso está la prosa de los notarios y los que dicen llamarse escritores pero son simples funcionarios de la gramática nula y poco parda, por desgracia muy abundantes y pesaditos que se ponen con los opacos y confusos quilates de sus egos).
No es un libro de hoy. Ni de ayer. Ni de mañana. Es un libro de ayer pero de hoy y de mañana. El veneno de la prosa de Mohamed Chukri envenena pero no mata ¿No es eso lo que persiguen los buenos fármacos que recetan los médicos verdaderos si siguen y se amparan en el hálito del tal Hipócrates? En fin... que para luego es tarde y alegre estoy de haber leído al muchacho de Rif, autor celebrado de El pan de cada día. Bravo Mohamed! Brindo por ti y por las semillas de tus semillas.


Ubaldo R. Olivero 

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